El indignante crimen ocurrió en noviembre de 2022 en el barrio La Argelia, sur de Quito, cuando Spayk, un perro de raza husky siberiano quedó al cuidado a unos familiares de los dueños, porque habían salido de viaje, sin imaginar que la persona en quien confiaban, acabaría con la vida del querido animalito.
Spayk, fue atado a una soga y colgado de un árbol, por María Blanca C., y de acuerdo a los vecinos, el perro gritó desconsoladamente hasta morir, en un acto de crueldad que luego de un año encontró una sanción, que es calificado por la fundación “Una pata de esperanza”, como un hecho histórico en la Justicia del Ecuador.
María, fue sentenciada a tres años de pena privativa de la libertad por el asesinato de Spayk, que tenía 1 año y ocho meses de vida con su dueño. El crimen cometido, por la mujer, está tipificado en el artículo 250, literal 1 del Código Orgánico Integral penal (COIP) que dice: “La persona que mate a un animal que forma parte de la fauna urbana será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a un año. Si la muerte se produce como resultado de actos de crueldad será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años”.
Adicionalmente, la ciudadana deberá pedir disculpas públicas en un medio de comunicación; reparar integralmente a los tutores de Spayk; someterse a tratamiento psicológico y se le prohibirá la tenencia de animales de compañía.
La fundación de protección de animales, indicó; “Hicimos todos los esfuerzos, para que este crimen no quede en la impunidad, para que este y muchos casos de maltrato animal nunca más vuelvan a suceder ¡No más! ¡No al maltrato animal!”. (I)